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ISABELLE LÉVESQUE, Francia

 VOLTIGE!   Este siglo de ogros tiene que temer si tornas el peligro en la palma de tu mano – ¿un dado? Unas pocas flores, pétalos marchitos, tu mano los hace rodar húmedos. Suerte malograda, yo aún quisiera. Tus labios, la noche súbita como un deseo (boca del oráculo).   Una vez fue fuerza de hielo. Turbación de hadas venidas a sellar el anillo de las flores.   Ya no sueño. La marcha es tuya, pálida sombra de nuestros pasos entrelazados.  

INGRID ODGERS, Chile

  DESPEDIDA   ¿No es acaso la despedida como el grito de un pájaro en la muerte? Tribulación inmerecida la mano al aire en medio giro El beso que no palpa la tierra ni el polvo de los pies Nada roza el silencio Esa mudez tibia de tu sonrisa Breve luciérnaga posada en tu cabeza danza en el pasto hasta mi taza Mi taza se inunda de lágrimas Las lágrimas están llenas del vuelco de tu silueta Y de mañanas Las mañanas quedan mojadas de pájaros.

ERNESTO R. DEL VALLE, Cuba

  AUTORRETRATO   Soy terco -bien lo sé- pero me rindo ante el perfume o la fiebre de la noche. Soy terriblemente insufrible pero no marchito claveles en los ataúdes de mis pesadillas. Soy esto que deja sus excrecencias a lo largo del día, en todos los caminos, pero mi flor no es fósil ni orino a las mariposas por la espalda.

ISAÍAS LORENZO GONZÁLEZ, Cuba

  EL POEMA   El poema tenía nombre Y también dirección   El poema era mío Tuyo y vuestro   El poema tomaba De su propia medicina   El poema se deshojaba Como una libélula   El poema salpicaba De su luz y su sombra   El poema se perdió En la dulce penumbra   El poema rumiaba Su honda soledad   El poema también Guardaba silencio   El poema en fin Era su propio poeta.

JOSÉ PEJÓ VERNIS, España

ESCRIBIR   Fabricar tiempo y puertas y rendijas. Después, abrir sus ángulos al mundo y compartir su viaje, ese profundo engolar de iracundas lagartijas.   Amartillar la música, las hijas del piano, cuando el tiempo es un segundo que se alarga hasta hacerse tan fecundo como un dedo en un cofre de sortijas.   Cultivar el fulgor, amar el reto de la magia, ser fiel a lo vivido y dibujar un sueño en un boceto   que se pose en tus ojos, en tu oído, como un duende pacífico y secreto que armonice el tam tam de tu latido. 

ALAIN LAWO- SUKAM, Camerún

  CHICOS DE LA CALLE   Al amanecer, vagabundean por las calles revestidos de harapos. El hambre en los ojos, la tristeza en los huesos. Al atardecer, hurgan en la basura de los barrios prohibidos donde mueren de fiestas los anfitriones acaudalados. Al anochecer, recuestan la cabeza en cartones remendados a la intemperie, soñando con un mañana feliz. Mansas ovejas sin pastor, son presas de tigres perversos, llanto silencioso de seres inocentes gimiendo en calabozos de almas olvidadas. El dañino pegamento calma el hambre diaria, acaba con el frío nocturno, acaba con el miedo al duende y acaba con la vida dolorosa. Sin rodeos, me dieron el relato de sus vidas y me contaron sus desventuras sin artificio. Me parte el corazón ver las miradas sin futuro, mar de sueños rotos. Los gritos desesperados de aquellos hijos de la calle resuenan en mi cabeza y en mi pluma, sus lágrimas.  

SYLVIE FABRE G., Francia

 EN UN CUERPO DE VIRTUD Y VOLUPTUOSIDAD.   Tu mano, rastro del futuro, abre una vena en el corazón de la tarde en la mejilla, la piel, el silencio, el gong de la lluvia, el reloj son eternidades palpables y las vacaciones de una hora arrancadas del tiempo, todo nuevo   bajo tu mano, hogar cálido, me acurruqué por completo.

ANA LUÍSA AMARAL, Portugal

UNA BOTÁNICA DE PAZ: VISITACIÓN Tengo una flor de la que no sé el nombre En el balcón, en común acuerdo con otros aromas: la flor del beso, un rosal, una mata de hierba luisa Pero esos son prodigios de la mañana siguiente; es que esta flor generó hojas de verde asombro, minúsculas y leves No la amenazan bombas ni románticos vientos, ni misiles, o tornados, ni ella sabe, aunque esté cerca, de la sal inversa que el mar trae Y el cielo azul de Otoño fingiendo Verano es para ella una bendición, con la poca agua que le dio Debe ser esto una especie de paz: un secreto botánico de la luz.

JUAN TORRES JIMÉNEZ, Chile

TODO PERTENECE A LOS ÁRBOLES Para volver la mirada hacia las cosas hacia el fondo mismo de los días, donde la luz deja caer toda su muerte. Debemos ser como el gusano que se adentra hacia la carne     que toca en ella lo imposible             que pronuncia y llora el mundo desde adentro. Buscar en los días cuando amábamos. Tomar la forma de sus alas.     En el aire cavar gritos de animal sacrificado. Hasta entregarnos como la mujer al primer hombre a los pies de cada árbol. Porque a ellos volverá el revolotear de la mañana en la palabra cantando nuestra suerte. De ellos, serán los juegos, la soledad del cielo que mordemos.     Toda la promesa recogida por el tiempo. La libertad es apenas la semilla.

CÉSAR ZAPATA, República Dominicana

CIUDAD PENSADA XII Nadie tirará estos dados como edificios: velos roídos por el viento. Nadie andará ventanas con los pies sucios y los ojos abiertos. Nadie comerá este pan que tardó de Dios en el día postrero. Porque nadie queda para ponerse la navaja debajo de la corbata; nadie, en su felicidad de paracaídas, abrirá los brazos al vértigo. Todos en esta hilera hemos sabido entrar por la puerta que se cierra, huir y acecharnos en la noche que nosotros, solos, hemos diseñados. Rectángulo erigido para acallar bocas, habitáculo donde comemos nuestros hijos. Casa, ciudad, país, punto de fuga. Ahora sé que nadie tirará los dados, en esta libertad que nos concedes.

MARIANELA TORTÓS ALBÁN, Costa Rica

NACIENDO Respiraba el latido como si la vida asumiera su responsabilidad de semilla ilimitada. Todo se inundaba del pulso infinito de la savia, del número indecible de todas las raíces y misterios debajo de la niebla. Yo iba muriendo -que era naciendo detrás del ocaso- como un camino ruidoso e incauto. Yo iba muriendo el universo giraba sobre el ala y sobre la mirada de algo como el botón redimido en el color. Yo moría y moría detrás del sol.

LEYMEN PÉREZ, Cuba

LOS ESCOGEDORES leen en el arroz lo mismo que la sangre lee en el cuerpo que nada puede escoger. Cuentan los restos duros (coágulos, cielo desgarrado, astillas) que entran a la boca con la misma intensidad con que una raíz rompe el suelo huyendo de la naturaleza que se deja pinchar con la sucia aguja de la nación. Un cuerpo sin cabeza y sin extremidades. Un tronco enfermo. Tierra abriendo la tierra donde crece Oscar Matzerath. El humano con menos cenizas en Auschwitz y en el Morro-Cabaña. Los escogedores de arroz a veces no leen nada. Entran y salen como autistas que se buscan a sí mismos y se encuentran en el hacha de talar la libertad, en la tierra abriendo la tierra que hay en mí. Cerrándose, cerrándome. Lo mismo que la sangre lee.

LUCÍA ESTRADA, Colombia

FUEGOS NOCTURNOS LI Habrá un instante en que la luz de lo conocido sea retirada, y el polvo de ciudades perdidas, el rostro de un dios antiguo, brillen con el fuego de la primera luna. Despertaremos, y nuestro despertar abrirá la tierra, la perforará en su centro como un fruto al que se le quiere extraer la semilla, y se oirán voces de norte a sur, gritos como de quien no volverá a tener boca. Levantaremos uno a uno los nombres olvidados, y llamaremos a la criatura que fue arrojada de nosotros por temor y respira en la profundidad de la nada. Vendrá también el pájaro que custodia por siglos el secreto, vendrá su sombra, libre al fin, de las ruinas.

JOSÉ LUIS APPLEYARD, Paraguay

LA CASA Una casa es un hombro derrotado, es una mano abierta sin simiente, una argamasa inútil, un doliente conjunto de ladrillos apagado, un pensamiento absorto en el pasado que agrieta con sus voces el presente, es un oscuro trozo de poniente, es un juguete antiguo y olvidado. Una casa es un llanto, un dolorido balcón sin mariposas anhelantes, una casa es mudez y es alarido, es un amor que ha muerto sin amantes. Una casa, Señor, es una infancia huyente y malherida de distancia.

ELSA GILLARI, Argentina

EN EL CAMINO Cuando mi alma se pierde en la oscuridad de incoherentes pensamientos la siento como una pequeña luz que se mueve buscando la salida, deambulando por el camino de nodos y redes atrapada entre cielo y tierra manoteando a ciegas para irse al infinito; parece querer ser una cinta de Möbius.

CARMEN HERNÁNDEZ REY, España

A TIENTAS Enciendes la luz,   entras en la blanca luna   de mi placidez   accionas sin distancias   los resortes de mi piel   la erizas en incontables   y turbados latidos   que danzan en mis sentidos. A ras besas mi tierra   galopas en mis lomas   y entras en mis hendiduras   buceando en mis corrientes   usas la patente del atrevido   corso en los lugares   más festivos. A fondo y en los límites   donde los aromas huelen   a vida   te ciñes en mi flor   mujer,   vientre con vientre   esencia de la quinta   donde nada más es comparable   a tus elementos:   toda piel,   todo fuego,   toda agua,   toda tú; sutil esencia   en mí   pura sinfonía y alquimia. A espaldas del mundo   habitándonos   de amor de a dos.

FRANCISCO VIÑUELA, Canadá

LA LEY DEL DELIRIO Alrededor del mundo, en reuniones de medianoche se juntaron los caballeros, artistas del negocio y lo que antes era de todos y sin costo alguno, lo guardaron cuidadosamente, con un candado, detrás de una puerta blindada... Ah ! el suspiro de las nubes, Ah ! el Oxigeno, Ah ! el carbón, los volcanes, los peces que nadaban en agua salada y la sal, la miel, el azúcar de las flores y la tierra y sus bacterias... Eliminaron las abejas y dejaron solamente un color de hormiga en todas las cosas... Le fijaron un precio a las piedras y otro más alto a las rocas, la hermosura del árbol se hizo pulpa y un profeta se compró el horizonte para excavar hasta el fondo del mar líquidos negros, gases intestinales o la lava de sus volcanes... Finalmente, en sus palacios de cristal se alejaron de la vida y la muerte… Así se acumuló la ira, la de ayer y la de siempre, tranquilamente, mientras florecía una rosa, como esa blanca Luna llena que se eleva por detrás

ROBERTO PIVA, Brasil

STENAMINA BOAT “Prepara tu esqueleto para el aire” Federico García Lorca Yo quería ser un ángel de Piero della Francesca Beatriz apuñalada en un oscuro callejón Dante tocando el piano en el crepúsculo yo pienso en la vida reclamado soy por la contemplación desconsolado miro el contorno de las cosas copulando en el caos yo reclamo una leyenda instantánea para mi Mar Muerto Tiempo y Espacio posan en mi antebrazo como un ídolo hay un hueso cargando un dentadura yo veo a Lautréamont en un sueño en las escaleras de Santa Cecilia él me espera en la plaza de Arouche en el hombro de la estatua de un santo hoy por la mañana los árboles estaban en coma mi amor escupía brazas en el trasero de los locos había tinteros medallas esqueletos vidriados copos dalias explotando en el culo ensangrentado de los huérfanos niños visionarios arcángeles del suburbio entrañas en éxtasis alfileteados en los urinarios atómicos mi locura alcanza la extensión de una alame

VALERIA CANELAS, Bolivia

CAZA La decepción juega a ser un sueño tal vez no diga nada más que límite barricada frontera. Decir tengo miedo sin decir miedo sin pensar en un animal que huye y deja atrás su rastro húmedo (su bosque su respiración pausada) y es ya sólo arrebato suspensión y huida. Hay demasiadas personas en un mismo lugar y las ventanas nunca son suficientes para alumbrar la herida arrinconada el alimento cotidiano del desprecio. No quiero este cuerpo-limite la secreta enfermedad del espejo esta caja de ecos envenenados los pasos inútiles de animal acorralado por costumbre.

EDUARDO CHIRINOS, Perú

DOVEGLION SOLÍA PONER comas entre palabra y palabra. «Para regular la densidad del poema», decía, para saborear cada vocablo, como Seurat saboreaba cada gota de color en el lienzo. No era excentricidad, tampoco exhibicionismo; el suyo era el más puro amor a las palabras. Pude haberlo conocido: murió cuando llevaba cuatro años viviendo en Nueva Jersey (él llevaba sesenta viviendo en Nueva York), pero jamás escuché su nombre. Los poetas no tienen nombre. Sólo escriben unos versos, se mueren como todo el mundo. Y se sientan a esperar. Él esperaba en el segundo piso de una librería, en una mesa de novedades (que será mañana una mesa de saldos). Allí estaba: paloma-águila-león escapado del trópico, acogido por la más franca tiniebla, sonriendo y sonriendo ante mi confusión. «¿Es usted un poeta hispano?» No, me dijo. En casa los más viejos hablaban español y los más jóvenes contestaban en tagalo. Pero yo prefería poner comas en inglés. (“Mi

RAMIRO OVIEDO, Ecuador

ESCÁNER Mi cuerpo ha perdido la gamuza y ya no huele a mango. Toda la manzanilla que traía la perdí en una apuesta con una bruja de cuento. Mis pies son un zig-zag de puntos suspensivos. y las lágrimas que nunca lloré se me escapan solitas de par en par. Me queda la memoria como clavo de olor para la muela huequeada que sigue respirando. Duele como respira esta muela maldita. En unos años más 36 piezas dentales relucientes como una sucursal de la General Motors sonreirán en mis dos maxilares. (Por favor tengan lista toda la caña de azúcar de la costa para el país de bambú que respira en mi boca).

ORIETTA LOZANO, Colombia

DANZA Qué voz hace crujir el vestido de seda de esta noche y entreabrir los muslos tiernamente y desnudar su espalda de mujer? Parece ser el canto ebrio de bacantes o el susurro lejano de una viuda o la lluvia entrecortada de una novia. ¿Qué voz extraña hace que el perro se levante y dance, y la luna galope en el lomo de un caballo, y el lago abra su ojo cristalino más que nunca? ¡Levántate, amor! La noche espera ser ungida de vinos y perfumes, sacrificada como una diosa frágil entre los brazos de la tierra.

GRISELL ESMERALDA MORATAYA CASTRO, Guatemala

ANOTO UNAS LÍNEAS Bajo tu brazo los folios en blanco, el as y el envés vacío esta vez, las letras en tu mente ¿Qué ves?   Que expones... Caminando sonríes, se te asoma lo sutil. Me llega el recuerdo; tus brazos abiertos, la pista es ver, tu espalda, tu frente me dicen saber, las cosas bonitas que un día dijiste ¡El día fue ayer! Anoto unas líneas, las horas   ignoras, escribo de ti, les cuento que vienes, y ahora te vi, y viéndote de pies a cabeza, reparo en esos pasos tuyos   inaudibles, sigilosos; como si fueran cascabeles. Llegó a casa y me siento en mi banquito, miro los zompopos trabajar, los admiro; nunca vi a los muchachos de hoy en tal afán. Uno me mira con sus ojos grandes, me guiña, se arrima, y me mima, alegro mi vientre, me pierdo como estatua.   Imaginable un camino rojo en una diáspora, guerreros quemando llano por donde pasa la zompopera, mi tijera   colabora cortando las hojas para adelantar su trabajo. Mientras vuelvo al recuerdo

SILVIA MARTÍNEZ CORONEL, Uruguay

“George, me gustaría que mirases el cuarto de los niños.” De: La Pradera de Ray Bradbury. LA PRADERA II tirana costumbre de tu pantalla de oro dedos de lápices cuadrados luz de un dios post-postmoderno ilusión de compañía en un mundo de huérfanos cordón umbilical con   vientre de chips refugio del dragón de vernos cara a cara de sentir tu aliento que me toca tu mirada inmensidad de sombras navegando entregando con gusto la moneda a Caronte cómodos en la trinchera con carteles de neón presa que sola se puso la red oasis espejismo de amparo de sus noches frías, de sus días amargos.

OPTACIANO, Chile

VERSOS INFAMES Ahora que ya no distingo las putas horas, ni me asusta el agobio del tiempo inventado y me dan lo mismo esas que se fueron hace un instante, me siento a escribir estos versos infames. He oído el odio de cerca y el sonido cruel de los pensamientos en mi contra, así que no me queda más que asumir estoico este poder intenso y provocador, concedido por mis andanzas paganas. Destrozaré siempre y con fuerza el discurso hipócrita que asumen esos ilusos que padecen y compran sus angustias engrupidos por el falso don de su delirio mesiánico. Sé que he sido un prófugo del recato y la obediencia borrega, experimentando la ira verdadera amparado en todos mis destrozos, que, por cierto, los he pagado hasta en cómodas cuotas mensuales, así que no tengo problemas en absolverme y perdonarme yo mismo nuevamente. Aborrezco y no acepto los sermones de mierda de esa gente de mierda que solo han vivido mentiras para aparentar la nada enquistada en sus miserias cotidianas, envid

AMILKAR GORDILLO, México

BÁLSAMO DE LA VIDA. La mujer es bálsamo de la vida lugar donde   se inspiran los enamorados luciérnaga en noches sin luna reboso para tapar la tristeza latigazo para levantarse en momentos de rendición instantes de abandono en la cama ovario de perpetuidad para conservar la especie se aparece en momentos alucinados y pone en orden las emociones camina con altivez para ver desde arriba su belleza la lívido de su cuerpo provoca emanación cuando el hombre la acaricia descubre el motivo de existir.

NORMA THAIS MARCANO ALZOLA, Venezuela

AMANECERES Cuantos bellos amaneceres en el andamio que sostiene nuestros corazones en cada ramal que florece en el silencio de una noche oscura donde la lluvia es testigo fiel del beso aún no dado buscando la bruma que arropa los amantes del tiempo.

GABRIEL CORTIÑAS, Argentina

De: HOSPITAL DE CAMPAÑA No se puede hacer harina con los cascos asaron al enemigo pero se lo comieron crudo el diente de oro les estalló en la panza molieron dientes con paciencia, los picaron hicieron tortilla: de maíz, de arroz tortilla de papa, tortilla de muela. El brillo del diente empuja a romper en la panza no digiere la luz es un filo que abre el tímpano en cuatro. Si la vanguardia no te cubre: el zumbido la explosión. Todos esperan en las butacas el comienzo del combate. Se cierra sobre la lona como un capullo (un capullo no estalla) está prohibido llevar reloj.

BEGOÑA ABAD, España

MATER AMÁBILIS Mi madre no recuerda el nombre de su madre. Ha olvidado el camino de regreso a la vida, no sabe usar el peine, ni la cuchara, se pone, casi siempre, la chaqueta al revés y revuelve cajones en su memoria, pero siempre sonríe al escuchar mi nombre. Mi madre no recuerda si tuvo algún amante, si ha viajado muy lejos, si ha perdido algún tren, dónde están sus anillos, si alguna vez fue guapa, que le gustaba tanto el Chinchón y el café, que las letras unidas tienen significado y que el perro que amaba nos dejó ya hace un mes. Mi madre me recuerda, sin amargura, lo que yo he olvidado tan tontamente, la oración de su abuela que me dormía las canciones de cuna que me cantaba, y unas romanzas moras que, en letanía, desgrana mirando por la ventana. Mi madre y yo sujetamos recuerdos olvidados como podemos, a veces con dolor, otras con risas, siempre con esperanza.

JUAN RAMÍREZ RUIZ, Perú

La Poesía es mi mujer Le he dado todo No me puede fallar. TERESA               (Está sucediendo) Teresa mujer de treintiocho años (sola entre millares) quiere tener relaciones con cualquier hombre, en cualquier lugar y a la brevedad posible. Se anticipa (y esto es un asunto grave) le queda poco tiempo y además ya perdió toda la serenidad.

ALPIDIO ALONSO GRAU, Cuba

De: VARIACIONES DEL TIGRE El oscuro animal que hay en mi corazón está velándome. Lo sé. Presiento sus miradas tras las piedras. Bajo mi piel aguarda y es mío su temblor, el aliento florido de su entraña. Ahora su selva soy, y mi carne el trofeo que tendrá su hambre, cuando salte hacia mí, cuando haya muerto.

MARIANELA PUEBLA, Chile

NADA MÁS QUE AQUELLO Somos más que luz en el espacio celeste, más que partículas vivientes. Somos polvo de estrellas en su eterno llanto sobre los planetas. Somos entes navegando constelaciones en busca del lugar de la existencia. El espacio se desliza   entre   sueños y realidades. Vamos surcando   el universo por el camino que el destino ha trazado.

CARMEN MATUTE, Guatemala

PUNTO G Un desangrarse lento remontable hasta la más pérfida belleza hasta el misterio de la carne inerme un ciego encadenarse a la vida en medio de secretas humedades fingiéndose criatura marina o tal vez demonio cómplice de un ángel goloso y triste un desangrarse un encadenarse un agonizar feroz entre la luz imprecisa y virgen de un eclipse cerrados los labios y los ojos pero abierta extraviada florecida.

SUSANA SZWARC, Argentina

INTERVALO Vacilante dejó de leer porque decía: se ha quedado. Alguien que amara esa fotografía: materna tierra de nieve los torpes crímenes/ derroches / espacio incierto de orín en los vagones / humo De este lado del paisaje -sin importar lo que apetece- el aire daría vuelta la página del libro.

PAULA EINÖDER, Uruguay

RAÍCES La escritura sólo vive en un país subterráneo Digo, me has visto antes Pero digo, que lloro porque quiero tocar fondo y cuando toco fondo me gusta sentir que navego por mares de tierra y que el polvo que me cubre es una huella de mi respiración. Por eso yo vivo aquí donde el agua necesita bajar hondo donde   los capilares disminuye su espesor sólo para consolarme donde transpirar es darle lugar a que crezca un brote donde transmirar es mirar más allá o que me mires ahora como no me habías visto antes.

ANDRÉ CRUCHAGA, El Salvador

VORACIDADES Sí, no cabe duda: el tiempo es voraz en el ojal de ceniza de la noche. Maúllan los gatos en el caos que llovizna sobre el tejado: las circunstancias nos llevan a caminos inimaginables, es enorme el ojo de la ropa sucia prolongado en las manos, o en la soga estrepitosa del resuello. (En la ternura de los ataúdes, los pies lluviosos de tantos lugares insondables. En las afueras del aliento la luz nos engaña con sus matices grises: siempre el sueño es más breve que los cansancios o los enojos.) Hay horas que las axilas atraviesan las calles como los pájaros la luz del día. La ironía pulveriza nuestras aspiraciones y muerde las ojeras que deja la impunidad de la intemperie. Alguien habrá de lavar las butacas del anfiteatro con un poquito de insolación. Entre descomunales tiliches, los ruidos del film en la cabeza. En la pelambre de las horas nos enfrentamos a la miopía del hollín, al tizne, a la escoria, a ese polvillo de la zozobra del cine mudo

ROCÍO L'AMAR, Chile

HIC ET NUNC agnus dei cordero de dios eres un hábil gourmet para atender putitas bajo las sombras de la complacencia cómo iba yo a saber de lenguas bífidas por mi culpa por mi gravísima culpa llegas al consomé y como si bebieras mi pescuezo te concedes la sed de quien no he vaciado su copa.   aquí y ahora. maldición.

PEDRO ARTURO ESTRADA, Colombia

DOMINGO El domingo no es tiempo: es un animal lento y peligroso, aunque se vuelva gato, ave canora, perro de ojos tristes. Y mientras el sol se suicida como un pájaro contra las ventanas, la mujer mantiene la memoria, vuelve a ordenar paciente la casa de la costumbre. Nadie tiene nada seguro antes que marque la aguja esa hora ciega de las calles desiertas. Porque vuelve a la noche el blando sosiego de no ser nada.

JOSÉ MARÍA MEMET, Chile

LA MISIÓN DE UN HOMBRE Un hombre es un hombre en cualquier parte del universo si todavía respira. No importa que le hayan quitado las piernas para que no camine. No importa que le hayan quitado los brazos para que no trabaje. No importa que le hayan quitado el corazón para que no cante. Nada de eso importa, por cuanto, un hombre es un hombre en cualquier parte del universo si todavía respira y si todavía respira debe inventar unas piernas, unos brazos, un corazón, para luchar por el mundo.

ALFREDO LAVERGNE, Chile

POESÍA El vehículo avanza a toda velocidad Y deja atrás A la ciudad A la población Utópica Desnuda Abierta A la piedra del desarrollo A la quijada del progreso Al polvo de la emancipación humanista. Yo Que digo no estar en guerra Tomo la inspiración que está al alcance De todos El lápiz Una hoja Y construyo mi fortaleza.